La Ansiedad y depresión son dos trastornos emocionales complejos,
que implican también problemas en pensamientos y conductas. Aunque son
distintos, presentan ciertas similitudes que pueden ocasionar confusión al
intentar distinguirlos. Pasaremos en primer lugar a ver en que son diferentes,
para luego ver sus aspectos comunes y acabar con una breve reflexión sobre el
tema.
Tanto ansiedad como depresión son formas de reaccionar ante eventos externos o internos. Por lo que en ellas son muy importantes las atribuciones. Si un evento lo vemos como una amenaza se disparará nuestro sistema de alerta (la ansiedad), si lo interpretamos como una pérdida o un fallo, seguramente se activará nuestro sistema de conservación de energía (la depresión).
Ambos trastornos son de gran
incidencia en el nuevo mundo globalizado, donde los sujetos se encuentran
sometidos a un estrés crónico, provocado por diversas situaciones o razones,
las cuales de un momento a otro se hacen menos manejables para algunas
personas, produciendo trastornos mayores de tipo ansioso y depresivo. Por lo
tanto, en el mundo científico es de gran relevancia el tratamiento para
erradicar los índices de padecimiento de los mismos. La depresión y la ansiedad
son los dos trastornos psicoemocionales más frecuentes en la actualidad y
alcanzan ya proporciones epidémicas. La investigación reciente sobre el papel
de las bacterias intestinales en los estados de ánimo ofrece una alternativa
práctica y eficaz para enfrentar este fenómeno: los probióticos pueden usarse a
titulo preventivo y/o terapéutico , y no generan los efectos secundarios nocivos que tienen los
fármacos ansiolíticos y antidepresivos.
Es así que, en Diciembre del
2011 el Journal of Neurogastroenterology and Motility reportó el novedoso
hallazgo de que los probióticos (bacteria buena) conocidos como Bifidobacterium
longum NCC3001 mostraron ayudar a normalizar la conducta como la ansiedad en
los ratones con colitis infecciosa.
Según se informa, el efecto
de las bacterias en la ansiedad involucra las vías vagas moduladoras entre la
conexión intestino-cerebro, “Debido a que los Bifidobacterium longum disminuye
la excitabilidad de las neuronas entéricas, podría enviar una señal al sistema
nervioso central mediante la activación de las vías vagales al nivel del
sistema nervioso entérico.”
Una investigación por
separado también descubrió que los probióticos Lactobacillus rhamnosus tienen
un efecto notable sobre los niveles GABA (un
neurotransmisor inhibitorio que esta significativamente involucrado en
regular muchos procesos sicológicos y fisiológicos) en ciertas regiones
cerebrales y disminuyen la hormona corticosterona que induce el estrés,
resultando en una disminución de la conducta relacionada con la depresión y la
ansiedad .ii
Cuando los investigadores
seccionaron el nervio vago, los niveles de los receptores GABA y la conducta de
los animales no cambiaron después del tratamiento con L. rhamnosus, confirmando
que el nervio vago es probablemente la vía principal de comunicación entre la
bacteria en su intestino y su cerebro.
Citemos, como otro ejemplo,
un trabajo publicado en el 2013 por investigadores de la UCLA (Universidad de
California), en el cual se demostró que el consumo de lactofermentos , 2 veces por día, durante 4 semanas, modificaba
favorablemente la actividad de regiones
cerebrales que controlan el
procesamiento de las sensaciones y las
emociones. El estudio fue encabezado por el Dr. Emeran Meyer, médico
gastroenterólogo, reconocido mundialmente como una autoridad en la
investigación sobre los vínculos entre los probióticos, el cerebro intestinal y
la salud humana en general.
Los investigadores dividieron
en 3 subgrupos a 36 mujeres saludables: 12 consumieron yogurt 2 veces al día
por 4 semanas, 11 consumieron leche y las 13 restantes no tomaron leche, ni
yogurt.
Antes del estudio todas las
participantes fueron sometidas a un test que utilizando imágenes del cerebro
obtenidas mediante resonancia magnética, mide la respuesta inmediata consiente
y preconsciente a estímulos emocionales. Durante las 4 semanas las mujeres que
consumían yogurt y leche fueron monitoreadas mediante dicho test en repetidas
ocasiones. También se aplicaron otros test para medir la respuesta cerebral al
estímulo emocional y para medir la actividad cerebral durante las horas de
sueño.
Después de las 4 semanas
quienes ingerían yogurt, mostraron
cambios significativos en su actividad cerebral. Su respuesta a las pruebas
mejoró y la actividad en las regiones cerebrales asociadas con la respuesta emocional
cambió para bien de manera dramática, la interconectividad en el cerebro medio
se incrementó ( lo cual podría explicar la mejor respuesta a las pruebas). Los
investigadores calificaron estos cambios como “ robustos” y “amplios”
refiriéndose a que fueron grandes y se presentaron en numerosas áreas del
cerebro. También se observó una modulación de la actividad cerebral en áreas
asociadas con la respuesta a los estímulos emocionales.
Todos estos cambios
ocurrieron sólo en el grupo que consumió yogurt, por lo cual -comentaron los
investigadores- pueden atribuirse a los cambios generados en las bacterias
intestinales por la ingesta de yogurt.
Los investigadores reportaron que esta es la primera ves que tal cosa se
demuestra para humanos confirmando los resultados obtenidos en numerosos
estudios realizados con roedores y añaden que la investigación por venir,
podría confirmar otros beneficios asociados con la mejora de las bacterias intestinales,
observados el los estudios con animales, como:
·
Modulación De La
Sensibilidad Al Dolor,
·
Modulación De La
Respuesta Al Estrés,
·
Modulación Del
Estado De Ánimo,
·
Reducción De La
Ansiedad.
Así mismo señalan que apenas
comenzamos a comprender los mecanismos de interacción entre nuestro cerebro y
la salud intestinal, en especial el equilibrio de las bacterias intestinales.
En otro estudio, llevado a
cabo por el Dr Phil Burnet y su equipo de colaboradores, del Departamento de Psiquiatría de la
Universidad de Oxford, la utilización de una fibra rica en
galactooligosacáridos (BIMUNO), produjo una disminución en los niveles de
cortisol, una disminución en los síntomas de ansiedad entre quienes consumieron
el producto, así como también una mayor capacidad de tolerancia al estrés.
Según estos autores la
investigación actual aporta fuertes evidencias sobre un vínculo estrecho entre
las bacterias intestinales y el funcionamiento cerebral: las bacterias
intestinales influyen profundamente en la respuesta neuroendócrina al estrés y
modulan procesos cerebrales de respuesta
a información que se asocia fuertemente con la depresión y la ansiedad. La
escases de estudios con humanos llevó a los autores al desarrollo del presente
estudio: observar el efecto de la ingesta de prebióticos ( fibra soluble que
nutre a las bacterias intestinales) en la respuesta al estrés y a la información
entre individuos sanos. Lo más impresionante de este estudio, señalado por los
autores en sus conclusiones, es que el consumo de prebióticos que mejoran el
estado de nuestras bacterias intestinales, genera en los consumidores un cambio
en el procesamiento de la información según el cual estos priorizan el
registro de la información positiva vs
la negativa¡ (en un test realizado frente a una computadora).
Los datos se acumulan día a
día. Los estudios con humanos son recientes y escasos, pero las evidencias
reunidas en los estudios con animales demuestran que las bacterias intestinales influyen sin lugar a
dudas en la bioquímica cerebral y en los patrones de comportamiento.
Curiosamente, así como usted
tiene neuronas en su cerebro también tiene neuronas en su intestino---
incluyendo neuronas que producen neurotransmisores como la serotonina, que
también es encontrada en su cerebro.
De hecho, la mayor
concentración de serotonina, que esta involucrada con el control del humor,
depresión y agresión, es encontrada en sus intestinos y no en su cerebro. (Tal
vez esta es una razón del porque los antidepresivos, que aumentan el nivele de
serotonina en su cerebro, son a menudo ineficaces para tratar la depresión,
mientras que los cambios alimenticios a menudo ayudan.)
La Flora Intestinal Anormal Impulsan el Desarrollo
Anormal del Cerebro
Existe una cerca conexión
entre la flora intestinal y el desarrollo anormal del cerebro—esta, según la
Dr. Campbell-McBride es una condición llamada Gut and Psychology Syndrome
(GAPS) -Síndrome del Intestino y la Psicología (GAPS por sus siglas en ingles).
GAPS es el resultado de un
desarrollo inadecuado o desequilibrado de la flora intestinal y se puede
manifestar como un conglomerado de síntomas que pueden vincularse con el
autismo, déficit de atención de hiperactividad (ADHD por sus siglas en ingles),
trastorno por déficit de atención sin hiperactividad (ADD por sus siglas en
ingles), dislexia, dispraxia o trastorno obsesivo-compulsivo, solo por
mencionar algunas de las probabilidades.
El Dr. Campbell cree que los
niños con autismo nacen con mentes perfectamente normales y con órganos
sensoriales, pero una vez que su sistema digestivo se llena de una gran fuente
de toxicidad en lugar de ser una fuente nutritiva, ellos comienzan a
desarrollar síntomas de autismo.
Este teoría concuerda con una
nueva investigación publicada por la American Society for Microbiology que
identifica una bacteria (Sutterella) que es única en los intestinos de los
niños con autismo.
Los investigadores
reportaron:
“Muchos niños con autismo
tienen problemas gastrointestinales (GI por sus siglas en ingles) que pueden
complicar el manejo clínico y contribuir a problemas de conducta. La
comprensión de estos fundamentos moleculares y microbianos de estos problemas
gastrointestinales son de gran importancia para aclarar la patogénesis, llevar
a cabo un diagnostico y la administración de un tratamiento informado.
Aquí describimos una
asociación entre grandes niveles de especies Sutterella asociadas con
mucoepithelial y los problemas intestinales en los niños con autismo. Estos
hallazgos colocan a estas bacterias poco
reconocidas al frente al demostrar que la Sutterella es un componente principal
de la microbiota en más de la mitad de los niños con autismo y problemas
gastrointestinales y está ausente en niños con solo problemas
gastrointestinales (control-GI) evaluados en este estudio.”
Otros enlaces entre la salud
de su intestino y su cerebro también se han establecido, incluyendo:
Un estudio publicado en
Neurogastroenterologia y Motilidad, descubrió que los ratones con carencia de
bacteria intestinal se comportaron diferente a los ratones normales,
comprometiéndolos a lo que se entiende como “comportamiento de alto riesgo”.
Esta conducta alterada fue acompañada por cambios neuroquímicos en los cerebros
de los ratones.iv
Una investigación en
Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS por sus siglas en inglés)
descubrió que la bacteria intestinal puede influenciar el desarrollo y conducta
temprana del cerebro de los mamíferos y que la ausencia o la presencia de
microorganismo intestinales durante la infancia altera permanentemente la
expresión de los genes.v (En una manera similar, los probióticos han demostrado
influenciar la actividad de cientos de sus genes, ayudándolos a expresarse de
una manera positiva que combate la enfermedad.)
A través de los perfiles de
los genes, ellos pudieron discernir la ausencia de la bacteria intestinal
alterada por los genes y señalar las vías involucradas en el aprendizaje,
memoria o habilidades motoras. Esto sugiere que la bacteria intestinal está
vinculada con el desarrollo temprano del cerebro y con la conducta subsecuente.
¿Cuáles son los Factores que
Conducen a una Bacteria Intestinal Comprometida?
La bacteria intestinal es una
parte activa e integrada de su cuerpo y como tal depende fuertemente de su
alimentación y es vulnerable a los cambios en su estilo de vida.
Timothy G. Dinan, más
conocido como Ted Dinan, es Profesor de Psiquiatría y Director del Departamento
de Psiquiatría del University College, en Cork (Irlanda). Ted ha lanzado un
nuevo concepto en una publicación conjunta con sus colegas Catherine Stanton y
John F. Cryan, los “Psicobióticos” (Psychobiotics: a novel class of
psychotropic. Biol Psychiatry. 2013; 74: 720-6). Los autores definen el término
psicobiótico como un “organismo vivo que, cuando se consume en cantidades
adecuadas, produce un beneficio en la salud de pacientes con trastornos
psiquiátricos”. Es obvio que la definición recorre un cauce paralelo a la
definición de probiótico propuesta por la FAO/OMS en 2002, y los autores
recalcan que precisamente se trata de una clase de probióticos capaces de
producir y liberar sustancias neuroactivas (GABA, serotonina) que actúan a
través del eje cerebro-intestino (Brain-Gut axis). El eje cerebro-intestino es
una reconocida vía de comunicación bidireccional, y hay muchos ejemplos de
ello. El estrés psicológico puede alterar funciones y percepciones
gastrointestinales (retortijones antes de un examen de ‘mates’), mientras que
las sensaciones procedentes del aparato digestivo pueden afectar a las
emociones y la conducta (la buena comida que pone de buen humor y relaja).
La idea de que las bacterias
del intestino afectan la conducta no es una novedad, ya que los ratones
germ-free tienen una conducta anormal (hiperactividad, respuesta exagerada al
estrés), con niveles bajos de serotonina, y falta de regulación del eje
hipotalámico-hipofisario-adrenal, lo que explica el estado de estrés en el que
viven. Estas anomalías se resuelven completamente tras la colonización con
bacterias intestinales, si se realiza en las primeras etapas de la vida. Por
otro lado, los autores recuerdan que las patologías infecciosas crónicas suelen
acarrear trastornos psicológicos, fundamentalmente de tipo depresivo. Por
tanto, el concepto de psicobiótico, su escenario y los posibles mecanismos de
acción son plausibles. Pero de ahí a disponer de probióticos aplicables con
eficacia en los trastornes mentales hay todavía un largo trecho que recorrer.
Los autores han observado que
muchos tipos de depresión se asocian a un estado inflamatorio crónico, con
elevación sutil pero persistente de la proteína C reactiva y de citoquinas
proinflamatorias (IL-6 y TNF). Aunque no se sabe si se trata de un epifenómeno,
se sospecha que proviene de defectos en la barrera mucosa intestinal en base a
datos obtenidos en modelos experimentales. Hay un buen número de probióticos
que pueden actuar a ese nivel reforzando la barrera mucosa intestinal por su
efecto antiinflamatorio, favoreciendo la producción de IL-10 por linfocitos T
reguladores. Si unimos el potencial antiinflamatorio de estos microorganismos
con su capacidad de producir sustancias neuroactivas, es hipotéticamente
posible identificar psicobióticos eficaces contra la depresión.
Probióticos versus prebióticos
Para empezar es importante
saber distinguirlos, aunque se complementen.
Los probióticos son alimentos
con bacterias vivas en ellos, como los yogures o algunas bebidas preparadas
(leches fermentadas,…). Estas bacterias sobreviven a la digestión llegando
vivas al estómago ayudando a restituir la flora intestinal.
Los prebióticos son aquellos
que estimulan el crecimiento de las bacterias beneficiosas, son alimentos
funcionales que ayudan al organismo a producirlas, pero no lo son en sí mismas,
son como un aporte energético (sin vida) para las bacterias que ya tenemos.
El estudio
Este estudio (publicado en el British journal of
nutrition) realizó su experimento tanto en ratas como en humanos, el método fué
administrar a ambos con una formulación probiótica de Lactobacillus helveticus
R0052 y Bifidobacterium longum R0175 (PF). Por supuesto estas ya de por si
reducen el estrés inducido por un malestar estomacal y a partir de esta idea
surgió la de evaluar los efectos ansiolíticos que tenían en ratas y los efectos
antidepresivos, ansiolíticos y en las estrategias de afrontamiento con humanos.
La evaluación de las ratas se consideró la parte pre clínica del estudio y los
niveles de efecto fueron medidos mediante la prueba de enterramiento defensivo condicionado.
En los humanos se llevó a cabo un estudio de doble ciego con grupo control
(placebo). A los sujetos del grupo experimental se les administró la
formulación probiótica durante 30 días, para posteriormente evaluar las medidas
psicológicas con las siguientes pruebas:
·
Hopkins Symptom
Checklist (HSCL-90), escala de síntomas de Hopkins.
·
Hospital Anxiety
and Depression Scale (HADS), escala hospitalaria de depresión y ansiedad.
·
Perceived Stress
Scale, escala de estres percibido.
·
Coping Checklist
(CCL), escala de afrontamiento.
·
24 h urinary
free cortisol (UFC), 24h orina libre de cortisol.
Los resultados
Como era de esperar en las
ratas la administración de los probióticos redujo los comportamientos asociados
con ansiedad.
En los sujetos voluntarios humanos
el efecto también fue positivo mejorando el malestar psicológico evaluado con
las escalas antes mencionadas, en las cuales las puntuaciones se vieron
reducidas en el grupo experimental en comparación con el placebo.
Pero, ¿Cómo funciona?, ¿Cómo
afectan las bacterias al resto del organismo? Se postulan una serie de vías que
pueden ejercer esta influencia:
El nervio vago: Este nervio
lleva la información sensorial del intestino al cerebro.
Influencias en el sistema
inmune, que a su vez afectaría al cerebro.
Expresión de genes (en la
infancia): La ausencia o presencia de microorganismos durante la infancia
altera la producción de genes.
EL CEREBRO INTESTINAL
Desde hace una década,
aproximadamente, se retomó la investigación sobre lo que se ha dado en llamar
“el segundo cerebro” o “ cerebro intestinal”. Se trata del conjunto de neuronas
que revisten el tubo gastrointestinal, y que se encargan de regular el complejo
conjunto de funciones necesarias para una buena digestión. El cerebro
intestinal comprende unas 400 mil neuronas, más que cualquier otro órgano
periférico y sintetiza gran cantidad de sustancias neuromediadoras. Se ha
demostrado la existencia de una estrecha interacción entre el “ cerebro
intestinal “ y nuestro sistema nervioso. La investigación reciente también ha
demostrado que las bacterias intestinales influyen profundamente en el
funcionamiento del cerebro intestinal, pero también sobre sistema nervioso central a través de
mecanismos que involucran aspectos neurológicos, neuroendócrinos,
neuroinmunológicos, bioquímicos y otros. En una palabra, esta investigación ha
descubierto – o redescubre, podríamos decir- una importante ventana para el
desarrollo de la medicina: la interacción entre el sistema nervioso central y
la salud intestinal, y sus implicaciones para el normal funcionamiento
de todo nuestro organismo. Al interior de esta novel investigación, mucho
interés ha despertado la correlación entre salud intestinal y salud emocional,
entendida como un sistema de interacción bidireccional , así como también, el
papel del equilibrio de nuestras bacterias intestinales en este mecanismo (
interconexión cerebro-intestinos) básico para la homeostasis de nuestro
organismo.
Lo más prometedor de estos
trabajos, en cuanto al estudio de las bacterias intestinales se refiere, es el
descubrimiento de su influencia en la intercomunicación intestinos-cerebro y la
comprensión de las vías por las cuales nuestras bacterias intestinales pueden
generara efectos en la fisiología intestinal con impactos enormes en nuestra
salud global, pues involucran la salud del sistema inmunológico -recordemos ,
por ejemplo, que el 80% de la actividad inmunológica ocurre a nivel intestinal-
la absorción y síntesis de nutrientes, procesos metabólicos, mecanismos nueroendócrinos de respuesta
inflamatoria, la función de órganos vitales como el hígado, etc. Pero no sólo,
poco a poco se a demostrado que las bacterias intestinales influyen en la salud
cerebral al punto de que pueden determinar
en nuestros estados de ánimo y en nuestro comportamiento.
Según el especialista en
autismo y salud intestinal, Derrick MacFabe: “Las bacterias que viven en
nuestro tracto gastrointestinal pueden cambiar
quienes y qué somos, desde la susceptibilidad o la resistencia a determinadas enfermedades, hasta nuestro
cerebro, comportamiento e inclusive nuestra personalidad.”. Sabemos, insiste el
mismo autor, que nuestras bacterias
superan 10:1 en número a nuestras células, que de diversas maneras influyen en
la bioquímica cerebral y que representan una enorme masa de información
genética en interacción constante con los genes de nuestras células. Hay
quienes proponen, a la luz de los nuevos conocimientos, señala el Dr.MacFabe, del departamento de Neurociencias
y Psiquiatría de la Universidad de Oeste de Ontario, Canadá, que en un proceso de simbiosis evolutiva
aprendimos a provechar la presencia de las bacterias intestinales no sólo por
sus beneficios para nuestros procesos digestivos, metabólicos e inmunológicos
sino también por su influencia sobre nuestro sistema nervioso central y nuestro
comportamiento. La alteración de la alimentación moderna, el abuso en la
medicación de antibióticos, el estrés y las sustancias deletéreas con que hemos
inundado nuestro medio ambiente generan cambios profundos de nuestras bacterias
intestinales y pueden de esta manera predisponernos a enfermedades diversas y
cambios neuroemocionales desventajosos.
1. Gastroenterology. 2013
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probiotic modulates brain activity.Tillisch K1, Labus J, Kilpatrick L, Jiang Z,
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metabolism,mitocondria, and microbiome, Glob adv Health Med, 2013 Nov;
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TAGGED BENEFICIOS
PROBIÓTICOS, DEPRESIÓN ANSIEDAD PROBIÓTICOS, DESCUBREN PROBIÓTICOS
ANTICANCERÍGENOS, PROBIÓTICOS, PROBIÓTICOS SALUD, PROBIÓTICOS SALUD MENTE
CUERPO.
(El lector interesado puede
consultar sus trabajos en : www.gutmicrobiotaforhealth.com).
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